Redes sociales y transparencia: una relación ambivalente

En pocas semanas defenderé mi tesis doctoral titulada “Transparencia mediada por redes sociales en las administraciones públicas. Un análisis comparado de los ayuntamientos españoles”. En ella, estudio cómo las características de las redes sociales, conceptualizadas en mi trabajo como capacidades, tienen diferentes impactos sobre la transparencia administrativa de los ayuntamientos españoles. El argumento principal es que la relación positiva entre transparencia y redes sociales, que ha predominado en muchos trabajos académicos, no se puede dar por supuesta. Al contrario, exige un estudio en profundidad de la utilidad percibida de las características propias del medio tecnológico, además de las dinámicas de institucionalización, y de las propias capacidades organizativas (financieras, tecnológicas y de personal). En esta entrada, muestro algunas pinceladas de esta relación que, creo, es ambivalente, entre transparencia y redes sociales, con base en algunos de los resultados obtenidos durante mi investigación.

De la transparencia mediada por sistemas informáticos-web a la transparencia mediada por redes sociales

Mi trabajo parte del concepto de transparencia mediada por sistemas informáticos-web (computer-mediated transparency), que surge a raíz de la investigación del profesor Albert Meijer sobre formas modernas de transparencia. La idea principal de su trabajo se inspira, entre otros, en las contribuciones de McLuhan y su conocido aforismo: “el medio es el mensaje”. Así, para comprender qué se entiende por transparencia, debemos entender bien las características y los impactos de la web como medio de difusión. Tecnologías web como los portales de transparencia tienen la capacidad de modificar la percepción y capacidades de monitorización ciudadana, afectando su utilidad y comprensibilidad. Las formas de transparencia promovidas por la web 1.0 son unidireccionales (no es sencillo contestar a la información y a la actividad de la administración), se presentan descontextualizadas, y son “calculativas” (esto es, la información puede ser analizada con facilidad en términos cuantitativos, pero no cualitativos).

Sin embargo, las características de esta transparencia mediada por sistemas informáticos-web no se corresponden con los potenciales percibidos en los nuevos medios sociales. Estos medios, como las redes sociales, se caracterizan por posibilitar la interacción bidireccional con las administraciones públicas (siendo factible una monitorización efectiva de la ciudadanía), son capaces de ofrecer una mejor contextualización de la información mediante el etiquetado interactivo (incrementando el acceso y visibilidad de la información) y, además, proporcionan posibilidades para el análisis automatizado de la información (facilitando su comprobación y comprensibilidad). Esta nueva mediación tecnológica de la transparencia, que en mi trabajo denomino transparencia mediada por redes sociales, supone oportunidades y desafíos derivados de la interacción con las necesidades y capacidades organizativas, como también de la forma de entender el uso de las redes sociales por parte de las empresas desarrolladoras y de la sociedad. Esta relación compleja genera ciertas ambivalencias, algunas de las cuales me gustaría destacar.

Tres ambivalencias de la transparencia mediada por redes sociales

Una de las ambivalencias más interesantes de la transparencia mediada por redes sociales radica en la caracterización de estas plataformas digitales como tecnologías de terceros. Esto ocasiona que las administraciones públicas, a diferencia de lo que ocurre en sus portales web, no tengan un control efectivo sobre la información, la actividad y el comportamiento de los usuarios en estas plataformas. Esta falta de control abre un espacio para que la ciudadanía tenga mayores oportunidades de conversación y control sobre la administración (que es, a efectos técnicos, un usuario más, al que pueden preguntar o recriminar con libertad).

Sin embargo, deja también a la administración indefensa ante comportamientos inadecuados de la ciudadanía, y supone un terreno fértil para la difusión de información no contrastada, con repercusiones negativas en la visión sobre el rendimiento de la organización pública. A esto cabe sumar el poder atesorado en los últimos años por las compañías desarrolladoras de redes sociales, que toman decisiones de moderación en espacios ya considerados como “de expresión democrática”, empleando herramientas y algoritmos cuyas acciones, muchas veces, no son comprendidas ni por las administraciones públicas ni por la ciudadanía (falta de transparencia algorítmica).

Una segunda ambivalencia se refiere a la calidad de la información que se difunde o sobre la que se trabaja en redes sociales. Como herramientas con gran potencial para la difusión y la editabilidad, las redes sociales permiten a las administraciones públicas informar a la ciudadanía sobre su actividad y rendimiento. Y, de la misma manera, suponen una oportunidad para las administraciones de conocer las necesidades de la ciudadanía, gracias a las capacidades de monitorización y las posibilidades de respuesta. Las redes sociales son intermediarias hacia la creación de un nuevo valor en las transacciones entre ciudadanía y administraciones públicas, que potencialmente puede derivar en la mejora de los servicios prestados.

Por desgracia, la información que se transmite a través de las redes sociales no siempre tiene la calidad deseada. Esta es una de las principales críticas al contenido generado por otros usuarios, que, en ocasiones, es visto dentro de los procesos de colaboración como insuficiente, poco útil o sesgado. Pero, aún peor, esta crítica también es válida para la propia información emitida por las administraciones públicas. Si bien ha habido una tendencia en estudios previos a igualar provisión de información con transparencia, esto claramente no es así. Al contrario, una parte no desdeñable de la información publicada cae, más bien, en el marketing institucional, donde las administraciones públicas tratan de ofrecer una imagen muy favorable sobre su actividad. Esta tendencia se agrava todavía más si tenemos en cuenta que, a pesar de los intentos de separación entre lo institucional y lo político, la coordinación de la estrategia digital recae habitualmente en personal eventual de confianza política.

Finalmente, una tercera ambivalencia que considero muy interesante radica en las transformaciones internas que provoca la transparencia mediada por redes sociales. Se trata de analizar los impactos de la transparencia en redes sociales sobre la propia organización pública. En algunos casos, la puesta en marcha de estrategias digitales con las redes sociales supone una revolución organizativa, que implica que las administraciones públicas se hacen más transparentes consigo mismas. Estas transformaciones suponen cambios en la lógica de la organización, que, en algunos casos, llega a abandonar la departamentalización tradicional y avanza hacia un trabajo transversal, en el que la transparencia forma parte del día a día de toda la organización. Esto sucede como una reacción a la propia presencia de la administración en redes, que debe dotarse de mecanismos de reacción rápida y mejorar los flujos de información interna para satisfacer las demandas ciudadanas.

Sin embargo, las reacciones al hecho de que la administración se abra ante multiplicidad de audiencias no siempre suponen transformaciones internas. Al contrario, ante las redes sociales, muchas administraciones optan por una visión defensiva y centrada en el cumplimiento normativo. En gran parte de la normativa generada sobre transparencia en España, las redes sociales no tienen un papel fijado, por lo que las administraciones públicas las emplean como meras herramientas de apoyo al contenido de los portales web. De la misma forma, evitan abrir canales de interacción con el ciudadano para protegerse de cualquier crisis de comunicación. El uso de las redes sociales se gestiona a modo de “silos” internamente, sin que se produzca una conversación entre departamentos o áreas, ya que la comunicación no se ha puesto en el centro de la organización.

Julián Villodre. Investigador FPI-UAM y Candidato a Doctor. Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Miembro del Lab Grupo de Investigación Innovación, Tecnología y Gestión Pública, Universidad Autónoma de Madrid.

Nota: Esta entrada es una pequeña reflexión sobre una parte del trabajo de investigación que he desarrollado durante mi tesis doctoral. Aprovechando este momento, me gustaría invitaros desde el blog de IT_GesPub a que asistáis a la defensa pública de mi tesis, que tendrá lugar el 21 de abril de 2022, a las 12:00h, en el Salón de Grados (Edificio de Ciencias Jurídicas, Políticas y Económicas), en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.