Las plataformas de redes sociales llegaron para cambiar la comunicación en el mundo. Ya se puede hablar de un “antes de las redes sociales“ y un “después de las redes sociales”. En el “antes” la comunicación se realizaba mediante el teléfono, las conversaciones y algunos años a través del fax. Después de las redes sociales, la comunicación es viral, multidireccional, masiva y superficial.
Si bien las redes han impulsado la interacción humana con una gran comunicación ahora vivimos inmersos en un mundo de redes. ¿Quién no tiene acceso a Telegram, WhatsApp, Twitter, LinkedIn, Facebook, Tik Tok? El acceso a cualquiera de estas redes o varias de ellas al mismo tiempo, es una constante que, como apunta Marta Peirano, nos ha llevado a aceptar el bombardeo incesante de noticias e información que no alcanzamos a revisar en el tiempo.
De hecho, las redes sociales nos han conducido hacia la creación de “islas de información” en las cuales saltamos de una a otra. Como sugieren algunas investigaciones, nuestras “islas” están rodeadas de un mar de datos que nos aleja del resto de las islas, haciendo difícil interactuar con varias de ellas porque tenemos que rebasar esa lejanía.
Para ponerlo en perspectiva, la isla de los políticos de derecha sólo acepta quienes piensen igual, sientan lo mismo y hablen sobre temas similares. El algoritmo de Facebook que nutre a los habitantes de la “isla de derecha” sabe que no debe enviar otras ideas diferentes a las que comparten sus seguidores de derecha. No sólo eso, sino que en esta isla se crean nuevos grupos en Twitter, TikTok o WhatsApp que reciclan contenidos de Facebook para mantener contentos a sus isleños.
Mientras tanto, como apuntan Brent Kitchens, Steven L. Johnson and Peter Gray, en el resto del archipiélago de redes sociales las cosas son diferentes. La isla de los de izquierda piensa de manera totalmente opuesta. Los isleños New Age perciben otra onda; los habitantes de intoxicación digital ni siquiera saben que existe la isla de izquierda o derecha por estar metidos de lleno en los videojuegos o realidad virtual. El archipiélago de islas de Silicon Valley sigue compitiendo por ver quién crea la isla más absorbente, la que logre concentrar al resto del mundo.
En esta geografía de las islas de redes sociales sobrevivimos todos los días sin darnos cuenta. Cada isla es una cámara de eco. R. Kelly Garrett las define como “una persona de una ideología particular que sólo consume información de esa ideología”. Los canales de información a través de los que las recibe son nichos de comunicación que cierran cualquier otra perspectiva. Los estudiosos de las redes, como Axel Bruns, Jean Burgess y Tim Highfield, les llaman la Twittersphera, y otros, como Eli Pariser, las consideran las burbujas filtro que nos encierran en cápsulas invisibles de las que luego no queremos salir.
Los estudios de redes sociales en el ámbito de la política se centraron primero en entender cómo puede influir la utilización de esta nueva tecnología en los resultados electorales. Es decir, si lo que comunican los políticos en Twitter o Facebook cambia la voluntad de los votantes e incide en su decisión última por elegirlos. Como se ha apuntado, hasta ahora no se ha probado que exista una relación entre las redes sociales y el sentido del voto; porque el voto es tan volátil, que pudimos haber hecho todo para convencer al elector y de camino a la urna algo le hizo cambiar de opinión y votar por otro candidato.
Por estos cambios de humor que tenemos los seres humanos, es que posteriormente se analizó el impacto de las redes sociales en los sentimientos. Había que analizar quienes se percibían como “positivos, negativos y neutrales”. En la actualidad varios investigadores siguen profundizando en esta línea de investigación, que es sumamente volátil, porque aun analizando millones de tweets, posts, mensajes para identificar cuál es el sentimiento que predomina en esas palabras, será difícil tratar de alterarlo ya que el cambio de sentimientos es tan rápido como decir: “te amo y te odio”.
Para mejorar esta medición de sentimientos, propusimos una medición integral de emociones, es decir, no solamente clasificar con tres áreas: positivo, negativo y neutral, sino ampliar el rango con emociones más concretas como felicidad, enojo, miedo, incertidumbre, descontento, inconformidad, que nos permitieran tener una aproximación más cercana de lo que realmente está percibiendo el usuario de redes sociales sobre la política.
Junto con algunos colegas hemos trabajado esta manera de medición, pero hasta ahora sólo podemos describir la percepción de los usuarios de las redes., Aún no es posible pronosticar, ni mucho menos entender, cómo cambian estos sentimientos o cómo actúan respecto a ellos.
Siguiendo esta dirección ahora queremos entender: ¿Cómo interactuamos en las cámaras de eco? Queremos explicar: ¿Cómo se comportan los habitantes de la isla de la izquierda? ¿Realmente saben que están aislados? ¿Les interesaría salir de su isla? ¿Son conscientes de que su conocimiento es parcial, superficial y sesgado ideológicamente?
En realidad, sabemos muy poco de lo que ocurre dentro de las cámaras de eco, hasta ahora estamos trabajando en identificar su existencia, clasificarlas según sus temáticas y contenidos. Sabemos también, gracias a algunos estudios, que muchas de ellas se crean por un comportamiento emocional. También está documentado que uno de sus efectos es la generación de polarización social, lo cual suena lógico al entender cómo se originan y actúan.
En suma, en tiempos de redes sociales donde la comunicación política se genera a través de las islas y por ende dentro de las cámaras de eco al interior de ellas, resulta imprescindible estudiarlas. Propongo cinco áreas que puedan orientar las investigaciones en este campo.
(1) Orígenes de las islas de redes sociales y cámaras de eco. ¿Cómo se forman las cámaras de eco? ¿Cuáles son sus detonadores y motivadores? ¿Son determinadas por la ideología o por las personas?
(2) Estructura interna de las islas de redes sociales. ¿Qué características y diferencias tienen? ¿Cómo podemos clasificarlas? ¿Giran alrededor de una persona o de un grupo? ¿Su organización es orgánica o inorgánica? ¿Qué papel juegan los bots?
(3) Islas de redes sociales y cámaras de eco. ¿Cómo entender esta relación? ¿Las islas de redes sociales son cámaras de eco o viceversa? ¿Cómo se forman las cámaras de eco dentro de una isla? ¿Puede una isla tener múltiples cámaras de eco?
(4) Medir el impacto de las cámaras de eco en las islas de redes sociales. ¿Es posible controlar el impacto de las redes sociales en las cámaras de eco? ¿Es viable neutralizar una cámara de eco? ¿Alterar el mensaje de las cámaras de eco impacta en la interacción de las islas de redes sociales?
(5) Metodologías y herramientas para entender las islas de redes sociales. ¿Qué herramientas tenemos para entender las cámaras de eco? ¿Qué herramientas pueden desarrollarse cómo minería de datos, estadística e inteligencia artificial para entender este fenómeno? ¿Qué metodologías actuales podemos probar en este campo?
En el camino en construcción de las redes sociales que transitamos hoy en día, hay más preguntas que respuestas, sobre todo porque las redes siguen funcionando, creciendo, alimentándose de información y de datos. Con los avances de la inteligencia artificial, habremos de tener más y mejores herramientas, pero al mismo tiempo crecerán los retos para entender y controlar este fenómeno.
Rodrigo Sandoval Almazán. Profesor a Tiempo Completo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Autónoma del Estado de México. Contacto: rsandovala@uaemex.mx Twitter: @horus72. Web: www.rodrigosandoval.mx