Desde el año 2015, la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han permeado en el discurso político y en el diseño de políticas públicas, con la finalidad de impulsar el crecimiento y el bienestar de todas las personas y el planeta. Previamente, el modelo de Gobierno Abierto (GA) se había popularizado como una vía para transformar los gobiernos y administraciones públicas, y atender los problemas cada vez más complejos que enfrentan las sociedades contemporáneas. Entendiendo la envergadura de estos retos, ¿qué tienen en común ambas propuestas?, ¿es posible impulsarlas de manera coordinada?
Desde la Alianza para el Gobierno Abierto (OGP, por sus siglas en inglés) se considera que esta vinculación no sólo es posible, sino que es deseable. En la misma Asamblea General de Naciones Unidas en la que se aprobó la Agenda 2030, 11 países que conformaban el Comité Directivo de la OGP firmaron una declaración conjunta para poner las estructuras y principios del GA al servicio de los ODS. En ese documento se reconoce la importancia de impulsar el GA para garantizar la implementación efectiva de la Agenda. Se establecen, además, cinco compromisos relacionados con la promoción de la transparencia, el acceso a la información, la participación y la rendición de cuentas para cumplir los objetivos relacionados con estos temas, así como el resto de los ODS.
Al mismo tiempo, la propia Agenda 2030 sirve como hoja de ruta para impulsar los principios del GA, a través de objetivos muy concretos. Por ejemplo, el ODS 16, que busca promover las sociedades pacíficas, justas e inclusivas, incorpora varias metas que se relacionan con la transparencia, el acceso a la información pública, la participación ciudadana y la rendición de cuentas. Eso significa que, al avanzar en el cumplimiento de estas metas, se estaría también profundizando en la implementación del GA. De esta forma, ambas agendas se vinculan y retroalimentan, algo que si se sabe aprovechar bien, puede traducirse en políticas más sólidas, una mayor coordinación de esfuerzos y una mejor gestión de recursos.
Dos dimensiones en la relación entre GA y ODS
Algunos documentos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, así como de la Alianza para el Gobierno Abierto, ahondan un poco más en esta vinculación entre GA y ODS. Se identifican, en este sentido, dos categorías: una dimensión sustantiva y una dimensión de procesos.
En el caso de la dimensión sustantiva, se refiere a la relación entre los principios del GA y el contenido de los ODS. Como señalamos previamente, el ODS 16 hace referencia a varios aspectos que tienen que ver con la transparencia, la participación, la colaboración y la rendición de cuentas. Así, por ejemplo, la meta 16.5 contempla la reducción de la corrupción y el soborno. Si bien no existe una relación causal automática, algunos estudios apuntan que la transparencia, junto a otras medidas más estructurales de rendición de cuentas y empoderamiento de la ciudadanía, pueden contribuir a la disminución de la corrupción. Por otro lado, la meta 16.6 aboga por la creación de instituciones eficaces y transparentes que rindan cuentas, mientras que la 16.7 destaca la necesidad de tomar decisiones inclusivas, participativas y representativas. Finalmente, la meta 16.10 señala que se debe garantizar el acceso público a la información y la protección de las libertades fundamentales. Se evidencia, de este modo, cómo los ODS apuntan de forma directa al GA.
También hay otros objetivos que no están relacionados con estos temas, pero que del mismo modo hacen referencia a algunos principios del GA. Por ejemplo, el ODS 6, que se refiere a la disponibilidad y gestión sostenible del agua y el saneamiento, incluye una meta que se vincula con el fortalecimiento de la participación de las comunidades en estas tareas. Tenemos, además, el ODS 17, que incorpora una meta para impulsar las alianzas entre el sector público y el sector privado, así como organizaciones de la sociedad civil, para favorecer la implementación de la Agenda 2030. Se trata, en este caso, de una mención a la importancia de la colaboración en estos compromisos. En este sentido, de una forma más transversal, se entiende que el GA puede contribuir con el cumplimiento de todos los ODS.
Más allá de los contenidos que establecen de forma clara esta relación entre ODS y GA, se pueden encontrar otras vías de vinculación. La dimensión de procesos hace referencia a las estructuras, mecanismos y herramientas que se pueden usar para impulsar ambas agendas de manera conjunta y de forma transversal. Se puede hablar, por ejemplo, del uso de los Planes de Acción de Gobierno Abierto para promover también el cumplimiento de los ODS, tal como se acordó en la declaración conjunta de la OGP, en el año 2015. Ya varios países lo están haciendo. En 2019, cerca de 30 miembros nacionales y 6 locales de la OGP ya habían incluido alguna referencia a los ODS en sus planes de acción.
También pueden generarse alianzas institucionales para el fortalecimiento del GA y de la Agenda 2030. Por ejemplo, en 2019 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la OGP firmaron un memorándum de entendimiento para avanzar hacia el cumplimiento del ODS 5 (relacionado con la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas) y el ODS 16. Se incluyeron algunos compromisos como la asistencia técnica y el apoyo a organizaciones para cumplir estos objetivos, o la identificación de oportunidades para compartir experiencias en foros internacionales.
Otra vía es la incorporación de los principios del GA en la medición y evaluación del cumplimiento de los ODS. Una forma de lograrlo es a través de portales de datos públicos abiertos para la publicación de información sobre los avances en la implementación de la Agenda. Se ha destacado que los datos abiertos pueden contribuir a establecer estándares adecuados para medir, evaluar el impacto y rendir cuentas. Es decir, a través del acceso a datos en formatos abiertos y reutilizables, se puede contribuir con la participación de la ciudadanía en el seguimiento de este cumplimiento y, entre otras cosas, impulsar la colaboración interinstitucional.
El caso de España
España es uno de los miembros nacionales de la OGP que ha integrado, al menos de forma general, los principios del GA con la Agenda 2030. Esta idea se evidencia, en primer lugar, en los planes de acción de Gobierno Abierto, con una clara evolución desde los primeros documentos hasta el más reciente. El III Plan de Acción (2017-2019) es el primero que menciona los ODS, aunque de forma muy puntual, específicamente en el compromiso 1.4, relacionado con el apoyo a iniciativas de GA en el exterior.
El IV Plan de Acción (2020-2024) marca un punto de inflexión importante en este sentido. En este documento se establece de forma clara que el GA es un aspecto clave para el cumplimiento de los ODS, puesto que se ha reconocido como una de las nueve políticas palanca para el avance de la Agenda 2030 en España. Por otro lado, se reconoce que la Agenda 2030 es una visión transversal que debe permear en todo el plan. En este sentido, se incluye una sección dedicada a identificar la contribución de cada uno de los 10 compromisos al cumplimiento de los ODS. Por ejemplo, el compromiso 9.11, relacionado con la “participación ciudadana en la definición de la estrategia de movilidad segura, sostenible y conectada”, contribuye con el ODS 16 y también con el ODS 10 (reducción de las desigualdades), el ODS 11 (ciudades inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles) y el ODS 13 (medidas para combatir el cambio climático).
Ahora que está en marcha el diseño del V Plan de Acción (2025-2029) —cuyo proceso de consulta pública empieza el 1 de marzo de 2024—, es previsible que la Agenda 2030 siga formando parte del discurso sobre el GA. De acuerdo con el documento marco para la elaboración del documento, uno de los criterios para la valoración y selección de propuestas de organizaciones de la sociedad civil, administraciones públicas y ciudadanía en general, es la promoción de la inclusión social, en línea con los ODS. De esta forma, se entiende que el nuevo plan mantendrá la lógica de integración de ambas agendas.
Más allá del plano discursivo, que es indispensable para sentar las bases de la coordinación y el diseño de políticas, podría ser interesante que este nuevo plan establezca hojas de ruta para avanzar hacia indicadores y mediciones que permitan conocer el avance del GA y de los ODS de manera conjunta. Ante el reto que existe para medir el cumplimiento de estos compromisos y objetivos, puede ser relevante aprovechar la integración de ambas agendas para coordinar esfuerzos y mejorar los procesos de evaluación. Encaminarse hacia colaboraciones y acciones concretas, puede ayudar a que esta relación entre GA y Agenda 2030 tenga verdaderos efectos en la práctica.
Ariana Guevara-Gómez. Profesora ayudante e investigadora predoctoral. Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, e integrante del Lab IT_GesPub (Innovación, Tecnología y Gestión Pública), Facultad de Derecho, Universidad Autónoma de Madrid.